martes, 27 de enero de 2015

Breaking in drugs


Uno de los alicientes de esta Super Bowl es saber si los Seattle Seahawks podrán hacerse por segunda vez consecutiva con el trofeo Lombardi que los acredite como World Champions, algo que a lo largo de la historia de la NFL sólo han podido lograr siete equipos (Packers, Dolphins, Steelers, 49ers, Cowboys, Broncos y Patriots), datando la última vez en la temporada de 2004. Cada uno de estos equipos deslumbró durante una época determinada, por ejemplo los Steelers dominaron en los 70, los 49ers brillaron durante los 80, los Cowboys despuntaron en los 90 y los Patriots destacaron sobre todo a principios de la década pasada. Que los Seahawks consigan hacerse con el trofeo Lombardi dentro de una semana no tendría porque significar que esta década sea la suya, o por lo menos hace unos años no se llegaría a esa conclusión tan directamente, pero el hecho de que hayan pasado 10 años sin que un equipo haya podido repetir trono, hace de este posible triunfo de Seattle algo especial, un evento a considerar estadísticamente e históricamente. En una década donde las fuerzas entre los equipos se han igualado, que alguno de ellos pudiese repetir campeonato significaría que algo está haciendo bien por encima de los demás, convirtiéndose en el conjunto de referencia del momento. Algunos podrían señalar que el hecho de su triunfo se debe a una extraordinaria defensa comandada por The Legion Of Boom, otros sin embargo, podrían apuntar que se debe al despunte de un gran ataque comandado por Russell Wilson, donde tienen como punta de lanza a Marshawn Lynch, y otros más podrían llegar a la conclusión que todo el mérito reside en la gestión de Pete Carroll y su staff técnico, por haber logrado que una franquicia de tabla media como la de Seattle llegase a despuntar a tal nivel. Pero, hay otros más, que tienen una opinión bastante dispar e inquietante, son los que dan el merecimiento a tal admirable trayectoria a las drogas de mejora de rendimiento.
La envidia crea malas lenguas, bífidas, serpentinas, cuando un equipo sobresale por encima de los demás es cuando los creadores de teorías conspiratorias, falacias, bulos y rumores sacan su pluma a relucir y comienzan a inventar como Shakespears de lo absurdo, todo lo que sea para enturbiar, ensuciar toda una reputación. Aquí sucedió lo mismo con el FC Barcelona de Pep Guardiola, uno de los mejores equipos que hubo practicado un fútbol tan espectacular, al nivel sólo del Ajax de Johan Cruyff o el Milán de Arrigo Sacci, fue acusado de ayudas arbitrales y de dopaje desde los medios afines al eterno rival. Acusaciones que no se sustentaban pero que sirvieron para enturbiar toda su imagen. Sin embargo, en el caso de los Seattle Seahawks se pueden encontrar elementos claros de un uso indebido de ciertas drogas para fortalecer y mejorar el rendimiento mental y físico en el terreno de juego, otra cosa es que estos elementos externos hayan propiciado tal trayectoria exponencial, pero con casos puntuales es posible crear toda una historia.
Ya en la película El último Boy Scout y luego más recientemente en la serie de televisión Playmakers se hablaba sobre el uso de drogas en el fútbol profesional americano. Sin embargo desde 2012 ha entrado a la palestra y con fuerza un nuevo medicamento, el Adderall. El uso de este fármaco ha ido en aumento entre los jugadores de la Liga Nacional de Fútbol, ésta es una sustancia que consiste en aumentar los niveles de atención, recetada principalmente para aquellas personas diagnosticadas con este déficit de atención, o conocido comúnmente como TDAH. No obstante, los efectos que pueden tener estas anfetaminas en una persona normal son similares a las que se pueda obtener con otras drogas como: Aumento de la capacidad de reacción, de alerta, de concentración, disipación de la sensación de cansancio, dolor o sueño, acrecentamiento de la agresividad o la euforia, y afrodisíaco. No hace falta decir que todo esto puede venir acompañado de los típicos efectos secundarios como: fuerte adicción, síndrome de abstinencia, cambios de humor, trastornos en el ritmo cardíaco capaces de producir paradas de corazón o muerte por sobredosis. Aunque en un principio era más una droga de estudiantes, quién no recuerda el capítulo del Principe de Bel Air cuando Carlton toma unas anfetaminas similares sin querer, se ha introducido con fuerza en el deporte profesional, donde dado el nivel de exigencia que se da entre entrenamientos y partidos, algunos jugadores han optado por utilizarlas, el mismo Richard Sherman en una declaraciones, antes de decir que se le había malinterpretado, dejó caer que más de la mitad de los jugadores la utilizaban. Las sanciones por parte de la NFL suelen ser elevadas, más o menos de 4 partidos, 1/4 de lo que dura la temporada sin contar playoffs, luego vienen las sanciones económicas por parte del equipo que suelen ser cuantiosas, y por último las consecuencias que puedan surgir por violación de contrato publicitario. El tipo de jugadores que suelen tomarla es transversal a todas las posiciones, desde jugadores de línea como John Moffitt, a receptores como Wes Welker.


La relación que hay entre el Adderall y los Seahawks es que ha sido uno de los equipos donde han habido más positivos por esta sustancia desde 2012, positivos que se sepa, dado que, filtraciones aparte, normalmente se hace público el positivo pero no la sustancia que lo provoca. Pero volviendo a los Seahawks, la mayor parte de estos casos han repercutido en rookies o jugadores suplentes o reserva, no en los titulares habituales, salvo en los casos de Brandon Browner y el mismo Richard Sherman, dos de las vacas sagradas de Seattle, y miembros de The Legend of Boom. Sin embargo, los dos tuvieron finales bien distintos, mientras Browner debido a sus antecedentes con otros positivos le cayó una sanción de un año que luego se redujo a 4 partidos, Sherman ganó su apelación contra la NFL por el positivo en Adderall, librándose de cualquier sanción. Finalmente, en noviembre del año pasado la DEA visitó por sorpresa a varios equipos de la NFL, entre ellos los Seahawks, por una posible mala praxis del staff médico, al recetar de forma indebida e ilegal ciertas sustancias a los jugadores que podrían alterar la deportividad de la competición, investigación que no llegó a sacar nada en claro, pero que sigue en curso.
En mi opinión todo este tema del Adderall en los Seahawks es como los árboles que no dejan ver el bosque, es cierto que hay más casos de los que se desearía, no obstante dudo que todos ellos, puntuales y localizados, puedan influir en el devenir de la trayectoria brillante del equipo. Sin embargo, lo que está claro, es que por mucho que sean puntuales dentro de un conjunto, dañan y ensucian la imagen de una franquicia, en este caso la de los Seahawks, y ponen en duda hasta que punto el mérito de todo su éxito sólo se basa en el trabajo y el esfuerzo diarios. Declaraciones a pie de campo nada más acabar un partido, fuera de tono y revolucionado de vueltas no ayudan tampoco a que la gente se haga una idea diferente del porqué los Seahawks están donde están, con los precedentes ya sabidos, les hace pensar que van de anfetas hasta los dientes.

Una de las mejores escenas y más conmovedoras del Príncipe de Bel Air, el capítulo que he mencionado antes sobre el tema de drogas.

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