domingo, 15 de septiembre de 2013

Jackie Robinson

Ayer tuve la oportunidad de ver por fin la película que esperaba con ansía desde principio de año, 42. Una película que tendría que ver todo aficionado al béisbol para descubrir que hubo un antes y después de la aparición de Jackie Robinson. Un ejemplo, una referencia, un ídolo, un modelo a seguir tildarían algunos sin que faltasen a la verdad. Jackie Robinson fue el primero de muchos otros, el primero en romper las barreras raciales en el mundo tan homogéneo del béisbol de aquella época. No voy a negar que cuando supe sobre la existencia de este personaje tan relevante, ya bastantes años atrás, no tuve ninguna duda en escoger a los Dodgers como mi equipo de la MLB. No concretamente por Robinson, sino más por Wesley Branch Rickey, el manager general de los Dodgers, que en aquella época donde la segregación racial estaba tan arraigada en la mentalidad norteamericana, se atrevió a apostar por un jugador de color. Algo que en aquel momento tuvo una gran repercusión, una presión asfixiante sobre Rickey y una oleada de reproches por considerarlo un desafío a los pilares de toda una sociedad. Sin embargo, fue a través de la cronología beisbolística que se demostró que aquella actitud perseverante que había tenido Branch Rickey había sido la correcta, colocando a los dos personajes en un lugar especial en la historia del béisbol norteamericano.


El hecho en sí es que la contratación de Jackie en 1945 tuvo en un primer momento más desventajas que ventajas, pasando desde intentos de huelga por parte de jugadores de equipos contrarios, como los del Saint Louis Cardinals que se negaban a jugar contra una plantilla que contase con un jugador de color, hasta intentos de hacer igual por parte de sus mismos jugadores de los Brooklyn Dodgers. Rickey tuvo que hacer frente a todos los prejuicios que afloraban en su mismo club, para que Jackie pudiese adaptarse de la mejor forma posible a su nueva vida deportiva y demostrar su valía. Pero sería injusto olvidarse del comisionado de la liga nacional, Happy Chandler, que procuró por encima de todo parar cualquier tipo de acción extradeportiva que tuviese como objetivo bloquear el transcurso normal de la competición.
Por su parte, como es obvio, Jackie Robinson tuvo que superar todo el rechazo que se encontró en el terreno de juego, no sólo por parte de sus compañeros de profesión, sino también del público. Un odio, una violencia verbal a la cual no podía contestarla con la misma moneda, sino que con paciencia, templanza y nervios de acero. Había de demostrarles en el campo a todos ellos que era tan buen jugador como los demás, y que se podía ganar el respeto de todos ellos con el trabajo y el esfuerzo diarios. Sin embargo, un sentimiento tan negativo y visceral como el que puede surgir de los prejuicios, del odio a lo diferente, suele ser ciego, y por mucho que Robinson intentase probar su valía, no conseguía cambiar la percepción que había sobre él. Es entonces cuando varios de sus compañeros de equipos comenzaron a defenderle públicamente con declaraciones a su favor, y entre ellos cabe destacar a Pee Wee Reese, una de sus declaraciones que más se recuerdan fue cuando dijo que se podía odiar a un jugador por muchos motivos, pero nunca por su color de piel. Pero el momento que pasó a la historia fue en 1948 cuando en un partido en Cincinnati, Ohio, contra los Cincinnati Reds, en el precalentamiento, ante los abucheos constantes sobre Robinson, Reese se acercó a Jackie y se apoyó sobre él poniendo un brazo sobre sus hombros. Este gesto tan sencillo de compañerismo tuvo una repercusión más profunda de lo esperada, llegando a ser el inicio de un cambio de tendencia, durante el cual, se comenzaría a juzgar a Robinson por su juego, no por su color de piel.

Foto de Jackie Robinson y Pee Wee Reese imitando el gesto que tuvieron en el campo dentro del vestuario
Jackie Robinson y Pee Wee Reese

Una vez roto el cascarón de los prejuicios en el béisbol, otros equipos no tardaron en seguir el ejemplo de los Dodgers y comenzar a fijarse en buenos jugadores que competían en las ligas negras. El primero de todos ellos fueron los Cleveland Indians, que en 1947, 11 semanas después del debut oficial de Jackie Robinson en la liga nacional con los Brooklyn, decidieron contratar al jugador de color, Larry Doby, y un año después a Satchel Paige, siendo los dos primeros afroamericanos en debutar en la liga americana. Por su parte el rival por excelencia de los Dodgers, en aquella época los New York Giants, no se quedaron atrás y contrataron en 1949 a Monte Irvin y a Hank Thompson, los dos primeros jugadores que no fueron contratados directamente desde las ligas negras, el primero había pasado previamente por la liga mexicana y el caso del segundo era más especial todavía, porque ya había debutado en la MLB cuando fue fichado dos años atrás por lo Saint Louis Browns, los actuales Baltimore Orioles. Un par de años más tarde se uniría a ellos Willie Mays, convirtiendo a los Giants en el primer equipo de las ligas mayores con los tres jugadores exteriores afroamericanos. Pero quizá los Giants fuesen un caso especial, ya por el 1902, cuando John McGraw era su manager general, probó de fichar a un jugador de color llamado Charlie Grant, ante la prensa y aficionados intentó pasarlo como un jugador de ascendencia india, sin embargo no le dio resultado y tuvo que ceder en su empeño.
Los fichajes de jugadores de color fue una tendencia progresiva que acabó por extinguir a las ligas negras, que veían como sus grandes estrellas se iban a las ligas mayores. Por supuesto hubieron equipos que se mostraron durante un tiempo más reticentes a la adquisición de jugadores de color, sobre todo por la presión que ejercía sus respectivas comunidades ante dicha idea, y una de las que poseía más fuerza de persuasión era la de Boston. Los Red Sox fueron el último equipo de la MLB en unirse a lista. No fue hasta 1959 que fichó al jugador de color Pumpsie Green.
Volviendo a la película 42, si no fuese porque tratase sobre Jackie Robinson, y de ahí su gran valor, no sería una película a destacar, más bien la encontré bastante corriente e incluso en algunos momentos inconsistente. No tiene nada que ver con la película original, mucho más cautivadora que la actual, si tuviese que elegir me quedaría con ella.


Rodada en 1950 y protagonizada por el mismo Jackie Robinson, explica de una manera más estructurada las vivencias de Robinson, no sólo de su etapa Dodger, sino también durante la previa y la posterior. El final es digno de destacar, dado que muestra lo que significó en el mundo del deporte su presencia.
Por otro lado, es curioso observar como una película de este calibre fue rodada en 1950, cuando la presencia de afroamericanos en ellas era casi nula y se reducía a personajes secundarios. Si uno tiene la oportunidad de verla entera, acabará teniendo la sensación que el argumento es más moderno del que correspondería a aquella época. Sin duda si Jackie Robinson no hubiese sido quien fue y sobre todo si el béisbol no hubiese tenido la fuerza y la repercusión que tuvo, está película de esta manera jamás se hubiese rodado.
Como he explicado antes, 42, como película de béisbol tampoco es de lo mejor que se puede ver. Sin embargo, tras la recomendación de un colega decidí ver la película Moneyball. Con un argumento atrayente y basada en una historia real, el espectador puede adentrarse en una trama magnífica y aceptar el reto que nos proponen de cambiar la manera de ver o juzgar ciertos aspectos que tenemos preconcebidos. Sin duda es un homenaje al béisbol, y extrapolándola, a cualquier deporte o a cualquier aspecto de la vida, todo esto transmitido a través de una impresionante película.


No hay comentarios: