domingo, 24 de agosto de 2008

Al Kōshien!


El estadio del Kōshien es el escenario donde se pueden contemplar las más brillantes victorias y las más dolorosas derrotas. Cada año su suelo queda marcado por los saltos de los jubilosos ganadores y por las rodillas de los afligidos vencidos. Este impresionante estadio es testigo directo e impasible de jugadores que saltan a la fama y de otros que caen en el vacío del olvido. Los mejores jugadores pueden llegar a tener un espacio reservado en el fastuoso e imponente mundo del béisbol profesional antes incluso de ser conscientes de ello. De todas formas, lo especial de este campo es la tremenda ilusión que despierta en miles de jóvenes, que sueñan cada uno de ellos con poder llegar algún día y demostrar a todos los presentes que merecen un lugar entre los mejores. Quizá no sea la mejor manera de introducir un estadio de leyenda como éste, que condensa como sí solo la mayor parte de la historia del béisbol japonés.
Si me permitiís sacar mi vena friki durante unos momentos podré rememorar cuando fue la primera vez que escuché hablar sobre el Kōshien. Fue hace ya más de una década, por principios de los 90, viendo una serie de Mitsuru Adachi llamada Touch, aquí Bateadores, que aunque pueda inducir a engaño trataba más de relaciones personales entre unos estudiantes de instituto que del propio béisbol en sí, que era más el marco de fondo donde los personajes se movían e interactuaban. Sin embargo bajo la influencia de una circunstancia totalmente deportiva los protagonistas comenzaban a interactuar mucho más, uniéndose para conseguir un objetivo, llegar al ansiado Kōshien.
La capacidad de transmitir ese deseo a los espectadores siempre me sorprendió, en el transfondo de todo podías intuir que Adachi había logrado que millones de personas se preguntasen que era ese Kōshien que despertaba tremendo anhelo. Pero si uno empieza a indagar en su significado, entenderá el porque el Kōshien es tan admirado y venerado en Japón, y por consiguiente porqué Adachi se tomó tantas molestias en trasmitir de la mejor forma posible el sentimiento que despierta en la mayoría de jóvenes y no tan jóvenes japoneses.
Mucho antes de ser el actual estadio de los Hanshin Tigers, el Kōshien era el emplazamiento donde los mejores equipos de béisbol de cada una de las 47 prefecturas competían para averiguar quien era el mejor, aunque desde hace unos años algunas prefecturas como Tōkyō pueden presentar dos equipos, pasando de 47 a 55 competidores, aunque según que año la cantidad total de equipos ha ido cambiando, llegando a ser en la actualidad de 49.
Desde su creación en 1915, la competición estaba reservada tan solo a los equipos de instituto, por lo cual era toda una ilusión para millones de estudiantes que a lo largo de tres años académicos aspiraban a tener la oportunidad de poder jugar en él alguna vez.
El torneo acabó siendo toda una tradición, no tan solo para los participantes y respectivos allegados sino también para toda una sociedad que se quedaba plantada delante del televisor para ver como esos jóvenes lo daban todo para llegar a la victoria final. Durante las dos semanas de torneo abarcaba casi todo el interés del mundo béisbolistico, dejando en un segundo plano la competición oficial a nivel profesional, causando incluso que los mismos Hanshin Tigers ya tuvieran planeado desde el principio jugar sus partidos fuera del Kōshien en esos diez días fascinantes de agosto.
Aunque la primera competición era la que se celebraba en verano, nueve años después comenzó otra que se celebraría en primavera entre los meses de marzo y abril. No obstante, a diferencia del torneo de agosto, en el de primavera no podían competir estudiantes de primer año y solo podían participar los 32 equipos que hubiesen sido invitados previamente según los resultados que hubiesen obtenido en los dos torneos de otoño, la convención deportiva nacional, entre septiembre y octubre, y el torneo de noviembre Meiji-jingū que se disputa en el actual estadio de los Swallows.
Estos cuatro torneos engloban las competiciones más importantes a nivel nacional que se llevan celebrando en Japón desde hace más de 80 años, destacando por encima de todas ellas las que se celebran en el mítico Kōshien, el que ha sido y sigue siendo sin duda, el genuino teatro de los sueños para muchas generaciones de jóvenes.

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