lunes, 2 de febrero de 2015

The last call gate


Tras la resaca del emocionante, por no decir cardiaco, partido de la Super Bowl XLIX que dio como vencedor a los New England Patriots, es hora de sacar conclusiones, porque la verdad el encuentro dejó más preguntas que respuestas. Primero de todo, dar la enhorabuena a los nuevos campeones, los Patriots consiguen su cuarto trofeo Lombardi y amplían su leyenda, igualando en palmarés a Packers y Giants, teniendo a tiro de piedra a 49ers y Cowboys. Se está demostrando que ésta es sin duda la era de la Pats' Nation. Por otro lado, a Tom Brady ya no se le puede negar su presencia en el Olimpo de los mejores QB's que han pasado por la NFL, ha batido estadísticas que el mismo Joe Montana había dejado en posiciones inalcanzables, su cuarto anillo, que le iguala a estrellas como el mismo Montana o Bradshaw, le acredita como el mejor jugador en activo de la competición. Brady está marcando una época batiendo registros, habrá un antes y un después tras su retirada, como sucedió en su momento con Montana, el Senna, el Pelé o el Jordan de la NFL. 
Sobre el aspirante, el campeón noqueado en el último suspiro de la peor manera posible hay mucho que decir. Los Seahawks podrían haber marcado una época, y hacer de esta segunda década del siglo XXI su momento de gloria, de esplendor, tenían todas las herramientas y medios para lograrlo, pero el destino es cruel y les ha deparado una derrota tan amarga, que va a ser difícil que vuelvan a retomar el vuelo que hasta ahora estaban llevando. Media Seattle llora, la otra mitad se está preguntando: Por qué?. Por qué cuando tenían la Super Bowl en sus manos, a medio minuto del final, con un segundo down, a una sola yarda de la zona de anotación de los Patriots, y con el mejor RB de la competición, deciden tomar la peor decisión posible?. Las respuestas son múltiples y las especulaciones más, las explicaciones de Pete Carroll no creo que convenzan a nadie, más de uno se está creando ya su propia versión de los hechos. Lo peor de todo, es que como bien refleja la opinión de Bruce Irvin, cuando los jugadores dejan de creer en un proyecto común y no entienden según que decisiones, éste proyecto está acabado. Perder una Super Bowl así no se soluciona con despidos y nuevas incorporaciones, todo se contamina, la desconfianza y desmotivación se expanden, y es cuando el proyecto no le queda otra que empezar de cero. 

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