Como en todas las Super Bowls no podía faltar el Half Time Show, un evento que eleva el certamen a la de unas olimpiadas, y donde se ve como funciona de verdad el Show Business americano. Uno se queda pasmado, atónito viendo lo que pueden llegar a montar y hacer en poco menos de 30 minutos. Este año fue Katy Perry la protagonista del Show, sin embargo, al contrario de lo sucedido con Bruno Mars en la anterior ocasión donde sorprendió a todo el mundo, Katy Perry para mí decepcionó, la vi demasiado desaprovechada, no exprimió el tiempo del que disponía como hizo en su momento Madonna o Beyoncé. Empezó fuerte, con su éxito Roar y una puesta en escena espectacular, pero poco a poco fue decayendo, como si uno se imaginase a todo el equipo técnico y artístico reunido y alguien diciendo: "y quiero esto y quiero lo otro", y ya se sabe que el que mucho abarca poco aprieta. Quizás hubiese tenido que dejar de banda según que ciertos elementos superfluos de vestuario y decoración, como hizo en su momento Beyoncé, y realmente aprovechar del tiempo del que disponía. Lenny Kravitz fue un colaborador de lujo, que sabía my bien el rol que le tocaba, Missy Elliot, sin embargo fue la invitada sorpresa y aprovechó el momento para colarnos tres de sus canciones más conocidas, no me quedó muy claro si le robó tiempo o le ayudó a ganarlo en preparar el siguiente decorado aparatoso. Tanto cambio provocó una falta de continuidad más que evidente, el espectáculo dejó de ser fluido, como un libro que se lee en capítulos desordenados, y es entonces que al terminar el Show uno se preguntaba si había acabado realmente o no.
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