domingo, 30 de agosto de 2009

El cambio que también llegó a Japón

Desde hace tiempo se estaban produciendo ciertos indicativos que preveían lo que ha sucedido en estas últimas elecciones, que el partido liberal demócrata, en el poder desde 1955, perdía las elecciones a favor del partido de la oposición. Es cierto, que en 1993 sucedió algo similar, debido al estallido de la burbuja económica que terminó con el 'milagro japonés', el país fue empujado a toda una deflación cuyos síntomas aún pueden notarse en nuestros días. Fue por ello que en las elecciones de ese año los japoneses también optaron por el cambio. Pero la coalición entre los dos partidos en el poder duró tan solo un año, volviendo el LDP (Partido Liberal Demócrata) a tomar el timón del país después de aquello. Sin embargo, la situación actual es bien diferente, desde la marcha de Koizumi han habido tres primeros ministros diferentes en menos de una legislatura, Abe, Fukuda y Aso, y ninguno de ellos ha demostrado ser capaz de mantener una solidez política ni dentro ni fuera de su partido. Desde la privatización de uno de los pilares del estado como era el sistema de correspondencia japonés buscando salir definitivamente de la deflación que duraba más de 15 años, el gobierno ha ido trastabillando sin cesar, y la marcha de Koizumi acrecentó la inestabilidad interna del partido. Sus sucesores nunca dieron la talla, no acabando de conseguir la confianza ni de políticos ni de los mismos ciudadanos, luego los escándalos primero y el desgaste político que les hicieron perder la cámara alta después empujaron al partido a una de las peores situaciones en su historia. Al final la crisis económica sumado a un Taro Aso más conocido por sus declaraciones controvertidas que por sus decisiones políticas empujaron definitivamente al país al cambio definitivo.
Estando así las cosas, Japón abandona su línea más conservadora para pasar a una un poco más progresista, con la esperanza de que el país pueda alzar de nuevo el vuelo económico y poder salir de una vez de una crisis que zancadilla la recuperación del sistema financiero nipón. Aún así sus medidas sociales y su lucha contra una excesiva burocracia pueden jugarles malas pasadas, teniendo que lidiar previsiblemente con el ahorro del gasto público y el cumplimiento de parte de sus promesas. A favor, una masivo apoyo en las urnas que les ha dado una holgada mayoría absoluta de 308 escaños en la cámara baja muchos más que los 241 necesarios que hacen falta para gobernar. A partir de ahora el DPJ (Partido Democrático Japonés) tendrá que comenzar a escribir su propia historia política después de más de 50 años de monocolorismo.

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