viernes, 25 de julio de 2008

Bajo la torre de la victoria

Desde la puerta de Brandenburgo se alza la gran avenida del 17 de junio, un basto y largo trayecto que atraviesa por la mitad el inmenso parque de Tiergarten y que termina en la enorme columna dorada de la victoria. Justo este mismo escenario fue el escogido por Obama para congregar a más de 200.000 personas en uno de los discursos que más dará que hablar durante largo tiempo. En el corazón de Berlín, Obama se proclamó así mismo como ciudadano del mundo, como un ciudadano americano cuyas preocupaciones van más allá de los límites fronterizos de su país de barras y estrellas, esas mismas fronteras que otros han querido convertir en muros de separación. Eso mismo fue lo que intentó infundir a la masa congregada, él esta ahí para cambiar ese panorama de distanciamiento y crear nuevos lazos de unión entre Estados Unidos y su principal aliado, la nueva Europa sin fronteras.
Sin duda alguna, para muchos Europeos Obama es su candidato favorito para en noviembre alzarse como el nuevo inquilino de la Casa Blanca de pleno derecho. Su política defensora de una América más abierta, más predispuesta a escuchar y pactar, es mejor vista desde el otro lado del Atlántico, que la intransigente e inamovible de los últimos años. Aun así, el camino hasta ese objetivo no será sencillo. Aunque el impacto que puede haber tenido en América el poder de movilización que Obama ha conseguido tener fuera de sus fronteras haya podido mejorar sus aspiraciones, al mismo tiempo puede haber despertado también recelos, dado ese buen rollo con sus aliados y a su vez rivales económicos. Pudiendo llegar a pensar que no sea capaz de defender con duerza los intereses de América ante una posible disputa.
De todas formas, Obama aún tiene cosas más importantes en las que pensar, McCain ha conseguido recortarle en las últimas encuestas esa distancia que tenía hace pocos meses fruto de la inercia de su victoria frente a Hillary, aparte de no tener todavía un vice-presidente escogido, haciendo oídos sordos a aquellos que le piden desde corazón del partido demócrata que ese puesto se lo ofrezca a Clinton, y así arrastrar los votos más pro-Clinton, que de otra manera, dada la largas, duras y desgastadoras primarias demócratas, perdería.
Sea lo que sea lo que termine haciendo tendrá un precio muy alto, los votos pro-Clinton son muy necesarios, y aunque ha organizado campañas a favor de ayudar a paliar la deuda de Clinton, no será suficiente, pero en el otro caso, quizá la Casa Blanca no sea demasiado grande para los dos.

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