martes, 16 de diciembre de 2008

El cambio que dijo sayonara

No hace mucho comenté en este mismo blog la dimisión de Yasuo Fukuda como primer ministro del Japón, la noticia sobre su renuncia tuvo gran repercusión porque no hacia más de un año que había sido escogido para suceder al anterior primer ministro que también tuvo que retirarse al año de su elección, sumiendo al país en una profunda incertidumbre dado que ninguno de los dos había conseguido ser un digno sustituto del carismático Koizumi. 
Aunque Abe como Fukuda habían renunciado sin cumplir todo su mandato las razones de sus respectivas renuncias eran muy diferentes, mientras uno lo hizo por escándalos políticos el otro lo fue por la perdida de confianza del electorado. Aun así, en estos tiempos donde todo el mundo habla de Obama como representante del cambio, la política que estaba llevando Fukuda tenía tintes de dirigirse hacia senderos similares, en una política que se caracteriza por ser demasiado cerrada y homogénea, la suya representaba un soplo de aire fresco, este personaje de más de 70 años que por su edad se podría esperar todo lo contrario de él, estaba a favor de cambiar ciertos aspectos de la sociedad japonesa.
Su decisión de no ir a visitar el controvertido templo de Yasukuni, donde son acogidas las tumbas de los militares muertos durante la 2ªGM, además de 17 reconocidos criminales de guerra, no es solo uno de los motivos por los cuales parecía que representaba un cambio de tendencias dentro incluso de su mismo partido. Durante la primavera-verano de este mismo año varios diputados del LDP, donde pertenece el mismo Fukuda, estuvieron trabajando en una propuesta para mejorar la situación de los inmigrantes dentro del país, pero el objetivo de fondo era conseguir que para el 2050 el 10% de la población del Japón, de aproximadamente unos 130 millones personas, fuese inmigrante. Estos 80 diputados, representados por el ex-secretario general del LDP Hidenao Nakagawa, tenían pensado enfocar esta propuesta como la necesidad que tendría la sociedad japonesa al cabo de unos años debido al descenso sufrido de la población a causa de una brusca y prolongada bajada de la natalidad. Según los informes de este gabinete de diputados era necesario que Japón se convirtiese en un país abierto a la inmigración para superar la grave crisis de la población que sufriría la nación en el futuro. Esto implicaría intrínsecamente transformar al país en uno de mucho más multirracial. Estas propuestas que estaban muy lejos de las ideas ultraconservadoras del LDP parecían no caer en saco roto con Fukuda que veía necesario un cambio para enfrentar con solvencias un gris futuro. Cambios como crear una agencia para la inmigración y garantizar los derechos de los trabajadores extranjeros, los cuales no están muy definidos permitiendo que muchos trabajadores sean explotados. La política de inmigración siempre ha estado dependiendo demasiado de la tendencia del primer ministro de turno, y debido a que la mayoría han tenido inclinaciones muy de derechas y desfavorables a la entrada de extranjeros no se ha terminado de dar una salida optima al asunto. Muchos de los temas relacionados con la inmigración dependen de varios ministerios o agencias, como el de Bienestar, Justicia, Salud y Telecomunicaciones, haciendo que cuando algún trabajador tiene cualquier problema ha de dirigirse directamente a su embajada, para solucionar de la manera más cómoda el problema. Además la propaganda negativa que se hace del inmigrante no ayuda a ello, puede que no sea noticia las posibles condiciones desfavorables en la que trabaja un extranjero, pero sí lo puede ser si es sospechoso de algún crimen. Es justo por ello que por palabras de Hirohiko Nakamura, diputado del LDP en la cámara alta y perteneciente al gabinete que trabajaba en el proyecto, es necesario fomentar una educación a favor del trabajador inmigrante, sino sería muy difícil llevar a un buen puerto sus aspiraciones. No obstante, iba a ser tremendamente complicado eliminar la imagen de país homogéneo y exclusivo que desde hacia años se había estado vendiendo desde su mismo partido. Sin embargo, no tenían ninguna duda que las nuevas propuestas ayudarían a cambiar esa imagen y mejorar la situación de los trabajadores inmigrantes.
La propuesta que era conocida dentro del parlamento no contaba con excesiva oposición, pero el tema de otorgar la nacionalidad a todo aquel que hubiese estado viviendo 10 o más años en el país era el que provocaba más rechazo, aparte de eso, aumentar el número de estudiantes a 300.000 para el 2020 como comenzar a aceptar refugiados políticos por razones humanitarias no era visto con malos ojos. De todas formas, de la mano de Fukuda y su gabinete el proyecto parecía más que vivo. Sin embargo, cuando Fukuda se retiró, todo por lo que habían trabajado parecía llegar a su fin, su máximo estandarte desaparecía y sus posibles sucesores no tenían mucha pinta de estar por la labor, al fin y al cabo, era Fukuda quien no cuadraba con su partido. El diputado Nakamura estaba convencido que seguiría defendiendo el proyecto saliese escogido quien saliese escogido, pero que sin duda iba a ser mucho más complejo dada la estrechez de miras de los candidatos. De donde se alzó Taro Aso como nuevo primer ministro. Las tendencias de Aso son más que conocidas en el parlamento y están en el polo opuesto a las de Fukuda. A día de hoy, todo lo relacionado con esta propuesta esta parada y no parece que vaya a cambiar, por lo menos durante el mandato de Aso.

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