miércoles, 2 de junio de 2010

Bye-Bye Hatoyama

Como si de una maldición se tratase el primer ministro japonés Yukio Hatoyama anunció su cese debido a la creciente falta de confianza del pueblo japonés, principalmente causada por la imposibilidad de cumplir con una de sus promesas electorales como era el traslado fuera de las islas de Okinawa de la base militar norteamericana de Futenma y de verse salpicado por escándalos políticos por una más que supuesta financiación irregular.
Hatoyama llegó al poder el verano pasado llevando consigo la antorcha del cambio, abanderando las premisas de acabar con un gobierno monocolor de más de 50 años en el poder que en los últimos años sólo había demostrado su facilidad en verse envueltos en escándalos políticos y en la imposiblidad de encontrar un líder fuerte y seguro que diera estabilidad al país. Sin embargo, a Hatoyama le ha sido imposible evitar cometer los mismos errores que sus predecesores, provocando la desconfiaza de la ciudadanía que ven como el partido que les aseguraba un cambio en la trayectoría política del país descarrilaba en el mismo fatídico punto que sus antecesores, y como si de una maldición se tratase sumar ya el cuarto primer ministro que renuncia a su puesto en 4 años, después de Abe, Fukuda y Aso.
Desde un punto de vista electoral, Hatoyama no es más que un sacrifico para limpiar la imagen del partido de cara a las elecciones de la cámara alta del próximo mes, piedra angular del DPJ, desde la cual comenzó a forjar una sólida oposición contra el partido LDP hace unos años. Perder la mayoría en esa cámara supondría un serio golpe para las aspiraciones del DPJ de convertirse en una alternativa real del LDP para los próximos años.

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